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No somos sexos opuestos, somos sexos complementarios

Una idea que tenía interiorizada cuando comencé a leer sobre seducción era que las mujeres eran algo a conquistar. Como si fuera el enemigo que hay que abatir para conseguir lo que uno quiere. Por lo tanto, imaginen que para mí abordar a una mujer era algo semejante al desembarco de Normandía en la Segunda Guerra Mundial. No por odio a las mujeres sino porque me costaba entender una buena parte de su comportamiento. Hoy en día, observo claramente que muchas situaciones de enojo surgen de pretender que el otro se comporte, piense y sienta como uno. Como eso no es posible, se termina cayendo en simplificaciones que no nos permiten hacer una buena lectura de la realidad y nos impiden superar los obstáculos.

Las simplificaciones conducen a tener prejuicios sobre el otro sexo

¿Cuántas veces escuchamos por parte de las mujeres que “los hombres quieren sólo sexo y no quieren compromisos”? Sin embargo los hombres podríamos ir sólo a prostíbulos y no ir a bares o discotecas donde soportamos más rechazos e invertimos más dinero, tiempo y esfuerzo para acostarnos con una mujer. Prejuicios sobre las mujeres: “son más asexuadas que los hombres”. Un tipo de comentario muy común que nace de no entender los tiempos femeninos e ignorar sus deseos. O el tan escuchado “son todos/ todas iguales”: fomenta una guerra de trincheras entre sexos y acabamos perdiendo energía en acusar al otro, en lugar de entenderlo.

Otro error muy común es competir en vez de complementarnos

Se suele mentir o manipular para sacar provecho del otro, en vez de ser auténtico. Subsiste la creencia de que hay que engañar para seducir, decirle a una mujerlo que quiere oír. Lo único que se logra así, es empezar mal una relación. Esta actitud muchas veces se explica por el miedo al rechazo; el temor a demostrar interés o deseo por la otra persona y quedar en offside (mal parado). Miedo de mostrarnos como realmente somos. De exponernos y mostrar vulnerabilidad. Miedo de ser sinceros.

Como mencionamos al comienzo, muchos ven al sexo “opuesto” como un enemigo e idean estrategias bélicas para seducir. “Que atacar de frente es mucho más duro que si atacas por la retaguardia”. ¿Estamos compitiendo o buscamos lo mismo? ¿Acaso los hombres no queremos mujeres y las mujeres hombres? ¿Por qué deberíamos complicar las cosas?

Otro error es creer que para el otro sexo es más fácil seducir

Hay hombres que piensan que para las mujeres es más simple levantar y muchas mujeres creen que los hombres tienen mejores oportunidades. Hay varios factores que producen esta sensación. Por un lado, al sentir atracción por el sexo opuesto, surge cierta debilidad que nos hace creer que estamos en desventaja y no percibimos que del otro lado pasa exactamente lo mismo. Por otro lado, tendemos a agrandar las ventajas del sexo opuesto y disminuir las desventajas. Es cierto que muchas mujeres son abordadas por cientos de hombres, pero generalmente están fuera de su interés. Por otro lado, los hombres podemos avanzar sobre cualquier mujer que queramos, en cualquier momento, sin ser condenados socialmente. Lo cierto es que las mujeres están tan solas y frustradas como nosotros: quejándose de no encontrar al hombre indicado.

Es sorprendente observar en qué medida estamos condicionados por cómo debería ser el amor según lo vemos en las películas. O por los mandatos sociales que nos señalan qué comportamientos o creencias son los correctos, una cuestión que cae con mucho peso sobre las mujeres. De hecho, la dificultad para seducir a una mujer está muy condicionada por la sociedad en la que vive. Según el país en que nos encontremos, levantar puede resultarnos más fácil o más difícil, independientemente de nuestro “juego”. Influye mucho la libertad sexual que haya en el lugar. Incluso cuando las mujeres se van de vacaciones son mucho más permisivas, ¿por qué? Porque pueden hacer lo que quieren y después desaparecer, sin ser juzgadas por quienes las conocen.

Sin libertad sexual

En las sociedades en general, nos encontramos con hombres y mujeres que no son completamente libres; que tienen miedos, represiones y mandatos, impuestos por la sociedad, la familia o la religión. Con roles que determinan su comportamiento. Un ejemplo muy claro es la manera en que se juzga a aquél que no tiene una relación estable a una determinada edad. ¿Cuántas parejas se forman por esa absurda presión?, ¿cuán auténtica puede llegar a ser una relación que surge de un mandato? También la libertad sexual está mal vista, sobre todo en relación a las mujeres, que siempre corren el riesgo de ser vistas como “una cualquiera”.

Muchas veces escucho decir “me levanté a una mina”, como si fuera una meta o un gol. Hay una fuerte creencia entre los hombres de que las mujeres son un objeto a conseguir, que hay que esforzarse para conseguirlas. Ideamos estrategias ridículas o creamos frases para levantarlas, como si no se dieran cuenta de lo que intentamos. Como si tuviéramos que convencerlas de algo ,como se dice en Argentina, chamullarlas. De hecho muchos hombres se jactan de cómo se están levantando a alguien con sus chamullos. En la mayoría de los casos, ignoran que ellas ya los habían elegido y simplemente les seguían el juego. Chamullar no es lo mismo que generar empatía, y la diferencia se percibe tanto en la intención como en el desarrollo de la interacción con una mujer.

¿Por qué actuamos de ese modo?

La causa principal de estas actitudes poco útiles es poner a las mujeres en un pedestal (por encima de nosotros) y, al mismo tiempo, odiarlas. Y aunque parezcan términos contradictorios, son en realidad dos aspectos de un mismo problema. Ambos causados por una deficiencia de afecto femenino, que genera a veces dolor y bronca o una búsqueda excesiva de validación y afecto por parte de ellas. Sin duda yo era de los hombres que estaba en busca de validación.

Uno de los primeros cambios de actitud consiste entonces en no buscar la mejor forma de levantarla (o de recibir su aprobación) sino la manera de desarrollarnos como individuos. ¿Tenés pasiones y ambiciones o siempre hiciste lo que te dijeron? ¿Vivís sólo o con tus padres? ¿Estás en buen estado físico tenés sobrepeso? ¿Tenés las amistades que realmente querés? ¿Qué tipo de relación estás buscando? Trabajar en nuestro crecimiento personal, nos va a permitir tratar a las mujeres de igual a igual, como personas y no como diosas.

Las mejores relaciones no vienen de tener el mejor celular, el auto más moderno o de aprender las mejores frases de levante, sino de una actitud e identidad fuerte y una salud emocional que pueda ser expresada libremente. Las mujeres van a ser una consecuencia natural de ese desarrollo individual. Es la actitud de un hombre la que genera su atractivo: tener una vida rica e interesante, y no en lo material, sino en valores, aptitudes y experiencias. Con esos elementos presentes, la atracción entre un hombre y una mujer se da de un modo natural, no es necesario convencer a nadie de nada.

¿Qué buscan las mujeres?

Las mujeres desean, admiran, fantasean y sueñan con hombres. Ellas quieren estar con nosotros, quieren que seamos ese hombre. Y diciendo esto, no me refiero a que buscan un príncipe azul, ni al hombre perfecto. Sólo un hombre que las haga sentir un poco más vivas. Una persona interesante, divertida…¿Eso es mucho pedir?

Piensen en esto: cuando un hombre o mujer invierte una gran cantidad de tiempo y esfuerzo en algo es porque detrás hay un interés, ¿no? Entonces:¿por qué las mujeres invierten tanto en su apariencia? Es sabido que la mayoría de las mujeres demora horas en producirse antes de salir a un bar, fiesta o acontecimiento social. La chica que se mira cien veces en el espejo antes de salir, quiere conocer a un hombre que se sienta atraído por ella, que la elija por sobre las demás.

Ninguna mujer (sana) busca rechazar hombres para levantar su ego. A la gente en general no le gusta rechazar a nadie, son situaciones incómodas que en muchos casos se busca evitar. A todos alguna vez nos pasó y no es una situación placentera. Si una mujer nos rechaza, no es porque disfrute hacerlo, sino porque no la hicimos sentir de una manera especial. Si ella descubre a un hombre que la hace sentir de una forma distinta, especial…

Es ahí cuando las mujeres obvian muchos de nuestros errores y nos dan una oportunidad.

Los seres humanos nos regimos por cómo nos hacen sentir los demás. Podríamos decir que todos los conceptos de la seducción se reducen a cómo hacemos sentir a las mujeres. Si ellas no se sienten cómodas, atraídas, confiadas, seguras y con conexión hacia nosotros, no vamos a tener muchas posibilidades. Son todas emociones que podemos – y debemos – transmitir con autenticidad y honestidad. Si no, tarde o temprano, salen al descubierto las verdaderas intenciones y la ilusión se desmorona.

Por tanto, la seducción es algo que se juega de a dos, un hombre y una mujer. Jamás vamos a levantar a una chica que no nos dé su consentimiento. Porque en realidad no la estamos levantando, nos estamos levantando mutuamente. Si ella no quiere estar con nosotros, será difícil lograrlo. Claro que muchas veces podemos lograr que alguien se interese en nosotros, a un cuando su primera reacción sea el rechazo, pero no hay que intentar convencerlas de que somos “un buen partido”. No somos algo que tiene que comprar. Existe una necesidad de un sexo por el otro. Las mujeres no son del sexo opuesto, son el sexo complementario. Ellas juegan en nuestro equipo.

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Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. Simon

    Muy acertado! Siempre das un buen punto de vista

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