¡A nadie le importa lo que haces!

La mayoría vivimos en ciudades donde formamos parte de miles o millones de personas. Incluso las publicidades llaman más la atención en las calles que cualquiera de nosotros. Nos volvemos un obstáculo en el camino de los demás. Somos uno más en esa inmensidad de gente.

https://youtu.be/kX-H-LPRJ58

Sin embargo, en otra parte de nuestra mente, no aceptamos en absoluto la indiferencia de los demás, y muchas veces, sufrimos intensamente lo que los demás podrían pensar acerca de nosotros.

Quizás como una certeza emocional o una intuición creemos que los demás están atentos a nuestra insensatez, defectos e inseguridades. O por qué no también a nuestros triunfos, victorias y destrezas.

La “gente” se dará cuenta cuando somos torpes, cuando se nos cae algo, cuando intentamos impresionar o cuando nos equivocamos. “Ellos” están atentos a lo que hacemos y lo van a recordar. Aquella chica a la que le fallamos sexualmente hace cinco años o esa que no avanzamos cuando era claro que debíamos hacerlo. Nos recuerdan cada día y nos maldicen, y nosotros nos culpamos por eso.

Como dije, esto también es verdad en lo positivo y la gente nos admirarán o envidiarán por eso. De hecho, creo que una de las razones de porque las redes sociales son tan populares, es porque alimentan esa idea de protagonismo que tenemos en el mundo.

Pero más allá de ese protagonismo que puedas tener, más allá de cuántos “likes” puedas conseguir. A nadie le importa lo que haces. A nadie le importa que comiste esta mañana, que viajes o fiestas fuiste, qué logros obtuvistes o que hayas bajado un kilo esta semana. Vamos a ser un mero instante en la vida de los demás y luego cada quién continuará deslizando hacía abajo.

A nadie le importa realmente que haces… y eso está bien.

Está bien porque es liberador. En muchas ocasiones llegamos a afligirnos por creer que los demás tienen toda su atención en nosotros. De que todos deben estar notando si nuestra panza está fuera de forma, nos repetimos 20 veces en nuestra cabeza cómo debimos haber dicho “hola” a esa chica que nos gusta o si estamos solos en un bar la gente debe estar preguntándose por qué no tenemos amigos.

En “School of Life”, tiene un video con el que me ayude a desarrollar esta idea, da el ejemplo de que imaginemos estar en el ascensor con alguien. Esa persona que está a nuestro lado, cree saber que no nos gusta su chaqueta y que debió haber escogido otra. De que probablemente creemos que se ve tonto y ridículo, y sus colores no combinan.

Pero lo cierto es que no nos hemos fijado en su chaqueta. De hecho, no nos hemos dado cuenta de esa persona. Estamos inmersos en nuestros propios problemas. En un evento que tenemos el sábado, en el trabajo que tenemos para el lunes o en los trámites que tenemos pendientes.

O tal vez estamos en el trabajo y notamos que el pelo de una compañera de trabajo está un poco distinto hoy. Sin embargo, desconocemos que ella se ha gastado una pequeña fortuna en su corte e interminables productos de pelo.

Me acuerdo que caminaba con una canadiense por las calles de Sevilla en España, y pasamos dos veces por una cuadra buscando cierto lugar que no encontrábamos. Cuando íbamos a pasar una tercera vez ella se detiene y me dice: “deberíamos pasar por otro lado porque la gente va a pensar que somos raros o algo así”. Obviamente volvimos a pasar por ahí.

Otra razón por lo que considero esto liberador es porque podemos elegir que queremos hacer y validamos nuestras ideas desde nuestro interés y no del de los demás. En vez de afligirnos por ser invisibles en este mundo, deberíamos tomarlo como un súper poder. Quizás no muchas personas noten si desaparecemos mañana pero por otro lado, a nadie le importa si estamos despeinados.

Tampoco podemos culpar a nadie por ser así, nosotros hacemos lo mismo. ¿Cuánto tiempo dedicamos nuestra atención a las particularidades de los demás? La forma en que pensamos y sentimos sobre personas que no conocemos es tal vez una de las mejores guías de cómo funciona la imaginación humana promedio. Digo, para casi todo el resto del mundo, somos el mismo tipo de extraños que tratamos en nuestra experiencia diaria.

Esto no significa que los demás o nosotros seamos malas personas. Además de que, nuestra falta de atención no es total. Si realmente viéramos a una persona en problemas, lo más probable es que intentemos ayudarla si está en nuestras posibilidades. Si un amigo está llorando, empatizamos con él. El hecho de que no somos el centro de atención del mundo es porque cada persona tiene que poner su atención en sus propias preocupaciones. Una vez hecho eso, quizás si tenemos un momento para reflexionar sobre esa extraña chaqueta que tenía el hombre del ascensor.

Hago un paréntesis para aclarar un punto en este video. Por supuesto van a ver personas que les importe lo que hacemos, mi mensaje en este video es más bien filosófico en el sentido de que no vivamos como si todos estuvieran pendientes de lo que hacemos. Como dijo Séneca: «Sufrimos más a menudo en la imaginación que en la realidad». Otro punto interesante a mencionar es que: si te preocupas por lo que creen los demás, en realidad es porque vos mismo pensas así del resto. Si dejas de juzgar a los demás, te centraras más en vos mismo.

No debemos limitarnos a sufrir la indiferencia de los demás, sino que debemos aceptar la liberación implícita de eso. Animarnos a fracasar porque al fin y al cabo… a nadie le importa.

Espero que les haya gustado el video, si pueden darle like les agradezco porque funciona como si fuera un boca a boca en youtube.

Muchas gracias por mirar, que hayan puesto su atención en el video, y quedarse hasta el final.

Nos vemos en el próximo video.

¡Hasta luego!

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