Los borrachos dicen la verdad
Luego del desayuno y de hablar con dos uruguayas que me contaban la dura vida que tuvieron trabajando en Nueva Zelanda, fui a mi cuarto para luego ir a subir una montaña llamada “Queenstown Hill”. Al entrar, me encuentro a un inglés que aún estaba algo borracho por haber salido la noche anterior. Le pregunté por qué aún seguía en la cama. Supuestamente debía tomarse un colectivo hacia unas dos horas. Lo perdí. Me quedé dormido, respondió con algo de lamento aunque llevando cierto entusiasmo de la noche. Yo me reí. Que desastre, pensé. Me preguntó a dónde iba ya que vio que me estaba preparando para irme. Le comenté que a subir “Queenstown Hill” caminando. ¿Caminando? Mira que es dura, no podes subirla con cualquier zapatilla. Necesitas zapatos que sean buenos. Incluso hay nieve. ¡Qué va a saber este borracho!, vi la cumbre desde la base y no había nieve. Salí con mis zapatillas «Nikes» de 20 dólares y emprendí mi recorrido.
Llegué a la cumbre, pero era cierto lo que me dijo… Los borrachos dicen la verdad.