¿Diferencias culturales? 2
Estaba en Australia cuando había llegado un nuevo compañero de habitación a mi departamento. Él era coreano, con una apariencia pequeña, que a pesar de tener 25 años aparentaba unos 18. Me dijo que solía cortar el pelo y le propuse que podía poner en práctica sus habilidades conmigo. Cuando lo hacía comenzaba a acariciarme el pelo y mientras me miraba a los ojos a través del espejo me decía lo apuesto que era. “Gracias” respondía, pero la situación se me hacía cada vez más extraña cuando lo repitió unas 4 o 5 veces. “Se me enamoró este tipo” pensaba. A la mañana siguiente, cuando les contaba a dos amigos del trabajo que me preguntaron por mi pelo corto, me respondieron que los coreanos tienden a ser así culturalmente.
Cuando recién llegué a Singapur, Than, un amigo de mi hermano me había recibido en su casa de forma muy cordial. Mi hermano me había advertido que tuviera cuidado con él porque venía de otra cultura, algo que no entendía hasta que Than comenzó a tocarme la panza con sus dedos de manera juguetona.
Pasado más de un mes sin saber nada de Than, me envió mensajes para saber cómo estaba. Le escribí que si quería visitarme por el hostel en el que me hospedaba no había problema, a pesar de que me parecía un sujeto un tanto extraño le tenía respeto por su amabilidad al recibirme. Me respondió que iría el mismo día después del trabajo y así lo hizo.
Le abrí la puerta cuando llegó y tenía su camisa empapada en transpiración por el calor. Le dije que se lo veía acalorado pero no me entendió hasta que se lo repetí tres veces. Me había olvidado que teníamos ese problema de comunicación con él, que me gustara o no (y me gustaba) tenía un acento español con un “Che boludo” que aun hoy en día repito, sumado a su acento chino que yo tampoco entiendo se vuelve a veces un diálogo que poco entendemos.
Kevin, mi amigo taiwanés- argentino-estadounidense que vivía conmigo en el hostel, estaba sentado en uno de los sillones con su computadora editando unas fotos cuando llegó mi invitado. Than se mostraba inquieto, caminando y observando el pequeño hostel. Me preguntó dónde estaba mi cuarto, cuando le respondí le pregunté por qué pero no me respondió. Se sentó sobre sus piernas encima de uno de los sillones que era un “puff” como si fuera a modo de plegaría budista mirando directamente contra la recepción a un montón de folletos que habían ahí pegados analizándolos atentamente. Me coloqué en otro sillón haciendo que Than quedará entre medio de Kevin y yo.
La situación se me hacía un tanto extraña, Than casi no hablaba. Yo miraba a Kevin, me generaba cierta gracia la situación y buscaba cierta complicidad pero él parecía concentrado en su tarea. Intenté sacarle charla a Than: “¿Cómo estuviste todo este tiempo? ¿Alguna novedad?”. Sus respuestas eran monosílabos para luego permanecer en silencio, mirando los folletos. Al momento ya me sentía arrepentido de haberlo invitado. Miré nuevamente a Kevin, era todo medio bizarro, pero Kevin mantenía su seriedad en la computadora, ausente de todo lo que sucedía.
Mantuve mi silencio y cada tanto soltaba algunas palabras que Than poco comprendía o poco le importaban. Él estaba en paz, concentrado en los folletos. De repente comenzó a hablar acerca de estos folletos como si fueran algo importante, yo simplemente le seguí la corriente, al menos ahora hablaba. Pasó un rato y le pregunté si tenía hambre, pensaba invitarlo después de todo lo que me había ayudado. Dijo que sí pero primero se dirigió al baño. Fue exactamente en ese momento cuando Kevin levantó la vista para mirarme mientras rompía su seriedad con una risa, diciendo en español: “¡Qué momento más bizarro!”. Pensé que era yo el único que se sentía de esa forma, ambos no paramos de reír.
Than volvió del baño y se sentó a mi lado diciendo cosas que ya ni recuerdo. Luego estiró su mano y así como la primera vez, comienza a juguetear con sus dedos en mi panza. Yo le aparto la mano sin decir nada. Él continuó hablando apoyando una mano sobre mi pierna, algo que me incomodaba. Me sentía como una chica manoseada. Ante mi experiencia con mi compañero de cuarto coreano en Australia y ante las advertencias culturales de mi hermano tenía mis dudas sobre las intenciones de Than. Él sacó su mano de mi pierna y se mantenía hablando muy cerca de mí. Nuevamente preguntó dónde estaba mi cuarto. Le señalé cual era sin entender por qué lo preguntaba aunque empezandome a dar una idea. Mantenía mi cuerpo en diagonal, en sentido contrario a él. Cultural o no, quería distancia.
Bajamos a comer los tres juntos y repentinamente intentó abrazarme y hacerme otra vez cosquillas en mi panza. Lo aparté inmediatamente con mi brazo como si alejara una mosca de mi camino ¿Qué carajo hacía este tipo? Ya me había sacado las ganas de invitarlo a comer. Con Kevin hablábamos en español y nos reíamos de la situación a pesar de mi incomodidad. Kevin me insistía que para este tipo sólo lo había invitado con una sola intensión, una intensión que probablemente desearía cumplir en mi cuarto. A mí no me molestaba que Than fuera gay sino que actuara como un idiota. Pedimos la comida y Than pagó por los tres, intenté frenarlo pero insistió. A decir verdad, ya no me importaba y dejé que lo hiciera agradeciéndole.
Comimos en el departamento. Maldije a Kevin por dejarme sentado en el medio. Luego nos movimos a los sillones y me ubiqué en el puff para evitar posibles manoteos. Than se sentó en una de las sillas y hablando comenzó a preguntarle a Kevin a qué se dedicaba. Kevin se mantuvo en la ciudad jugando al póker pero como solía hacerlo de manera clandestina y nocturna, yo solía bromearlo con que era un taxi boy y vendía su cuerpo. Than se lo tomó muy enserio ya que en Singapur la prostitución era legal.
Kevin siguió con el juego y no negó mi mentira, algo que Than mostró mucho interés y comenzó a hablarnos sobre precios y como ese negocio era más rentable para los hombres que para las mujeres. No pasó mucho tiempo y Than me pidió que lo acompañara a tomar el colectivo. Yo acepté, ya lo quería fuera. En el camino mantuve distancia, y Than siguió pregúntame acerca de Kevin. Yo continué con mi mentira para finalizar preguntándole si le interesaba hacer negocios con Kevin. Una sonrisita se desplegó su rostro diciendo: “Mmm tal vez…”
Oh si, esto no era ninguna diferencia cultural.